Los seres humanos somos producto del más perfecto proceso biológico que inicia con la unión de un óvulo y un espermatozoide. Desde ese mismo instante, empieza la conexión con el entorno, principalmente en la figura de nuestra madre, quien a través del cordón umbilical nos da ese alimento y oxígeno por aproximadamente nueve meses para que el cuerpo y órganos se formen completamente. No obstante, también nos nutrimos con sus emociones y sentimientos, pues, ese vínculo prenatal que proporciona una sensación de amor por el niño que está por nacer es la primera relación importante para el bebé y ha sido fuertemente asociada con la relación madre e hijo después del nacimiento (1).Este suceso es tan sublime y determinante que cuando en la mamá se genera un cambio psicológico, este se traduce a uno fisiológico que se transmite al niño alterando su comportamiento fetal (2). Igualmente, si la criatura se encuentra inquieta, basta con que la embarazada frote su vientre para tranquilizarlo (3).
Esta influencia poderosa que tiene la madre sobre el feto y que nos recuerda la vital relevancia de quienes nos rodean para el desarrollo de los individuos, se amplía cuando nacemos y empezamos a formar parte de un grupo de personas al cual llamamos familia. Gracias a ellos, no solo recibimos esos nutrientes y cuidados básicos para sobrevivir, sino el afecto, los conceptos, los valores y las creencias que conforman nuestra actitud ante la vida. La familia es un lugar privilegiado y potenciador donde se configura la personalidad que nos constituye. Al respecto, se demostró que aquellos niños que no tenían un vínculo afectivo cercano con un adulto, presentaban dificultades para establecer relaciones sociales. En los infantes sin interacción, hay ciertas funciones cerebrales que no se llegan a activar y el desarrollo se retrasa en gran magnitud sobretodo en el área cognitiva, emocional y evidentemente social (4). Esto significa que si los pequeños no tienen la oportunidad de tener una relación cercana, estable y duradera con sus padres hay muy altas probabilidades de crecer con problemas para desempeñarse, adaptarse y manejar las crisis, así como para relacionarse con otras personas, lo cual dificultaría su éxito escolar, personal, laboral y familiar. El apoyo, el afecto y las interacciones apropiadas ayudan al desarrollo cognitivo y psicosocial durante la infancia (5).
A su vez, algunos estudios determinaron notables diferencias entre niños que durante los tres primeros años de vida fueron criados en un orfanato y los que han estado con sus padres durante la mayoría del tiempo. Estos últimos poseen niveles más altos de oxitocina. La cual es una hormona que tiene un efecto calmante del sistema nervioso simpático y es mediadora de sentir confianza, menor sentimiento de temor, mayor bienestar y disposición hacia los demás. Cuando los chicos se sientes acariciados y amados liberan oxitocina (6). Dicho de otro modo, la presencia de los padres durante el crecimiento de sus hijos es de alto impacto para ellos, pero más que estar, es estar con calidad, amor, dedicación y asertividad. Se ha comprobado que las familias con estilos democráticos o asertivos promueven un adecuado desarrollo socioafectivo, afrontamientos adaptativos y protectores ante la depresión y la soledad, mientras que las familias autoritarias generan inseguridad, evitación de los problemas, afrontamientos desadaptativas, depresión y soledad asociada al rechazo y al desinterés de los padres (7). Lo cual se convierte en un riesgo, ya que los predispone al consumo del alcohol, drogas y tabaco. Cuando se quedan sin supervisión o el ambiente familiar es conflictivo, esta predisposición aumenta (8).
Siendo así, vale preguntarse: ¿Cómo estoy propiciando un vínculo cercano con mis hijos? ¿Cómo me siento con los resultados que observo en mi ámbito familiar? ¿Cuántas veces al día doy afecto verbal y físico a mis hijos? ¿Muestro interés por ellos? ¿Propicio conversaciones que me permitan conocer a mis familiares? ¿Doy oportunidad para que mis hijos manifiesten lo que creen y sienten? ¿Vemos aprendizaje en las situaciones difíciles? ¿Me he ganado la confianza de mis hijos? ¿Tengo un equilibrio entre la autoridad y el afecto? ¿Escucho a los más pequeños de la casa con atención? ¿Compartimos pasatiempos juntos? ¿Nos divertimos? ¿Valoro lo que mis hijos me cuentan? ¿Fomento la sinceridad de lo más pequeños? ¿Cumplo mis promesas? ¿Practico la amabilidad y el respeto constantemente?… Si hay alguna de estas interrogantes que no te dejan una respuesta satisfactoria, recuerda que cada día es una oportunidad para aprender y hacerlo diferente, tú eres pieza fundamental para que tu familia sea un espacio de crecimiento o de retraso.
Por: Johanna Daza
Directora Académica de Consultores Laikos.
Máster Coach Ontológico.
Orientadora Conductual.
Asesor clínico de pareja, sexualidad y familia.
Coach en TDAH.
Coach en Marketing y Ventas.
Fuentes usadas:
(1) Villa I, Blanco L, Giraldo I.; Ramírez .A. y Orozco G. (2015). Vínculo prenatal: la importancia de los Estilos Vinculares en el cuidado gestacional. Revista Katharsis/ N°22 / julio-diciembre 2015 / pp. 267-303.
(2) Little, J y Hepper, G. (1995). The phychological effects of maternal smoking on fetal movements. International Journal Prenatal and Perinatal Psychology and medicine/ 7 (2) / pp161-167.
(3) Lu, C y Halfon, N. (2003). Racial and ethnic disparities in birth outcomes: a life-course perspective. Maternal Child Health Journal. /7 (1)/ pp 13-30.
(4) Gerhardt, S. (2004) Why love matters: how affection shapes a baby’s brain. New York: Brunner Routledge.
(5) Gerhardt, S. (2004) Why love matters: how affection shapes a baby’s brain. New York: Brunner Routledge.
(6) Maldonado, M. Lecannelier, F y Lartiguec T. (2008). Aspectos evolutivos de la relación madre-bebé. Medigraphic: Perinatol Reprod Hum/ Vol. 22/ No. 1/ pp 15-25.
(7) Richaud De Minzi, M. (2005) Estilos parentales y estrategias de afrontamiento en niños. Colombia: Revista Latinoamericana de Psicología/ ISSN: 0120-0534 / Vol. 37 /N° 1/ 2005/ pp. 47-58.
(8) Ramírez M y Andrade D (2005). La familia y los factores de riesgo relacionados con el consumo de alcohol y tabaco en los niños y adolescentes (Guayaquil-Ecuador): Revista Latinoamericana Enfermagem/ 2005/ N° 13 (número especial) / pp 813-814